Una de las metas que nos planteamos desde Salamanca es todo Teatro es el apoyo incansable al arte local salmantino, sea en la forma que sea. Desde fotógrafos amateurs hasta jóvenes escritores, queremos hacer gala de los saberes de esta ciudad, escenario perfecto para las musas. Por ello, no podíamos evitar estrenarnos por la puerta grande y contactar con un director salmantino que ha reflejado en su obra una importante dualidad entre la ciudad charra y la emblemática ciudad de París.
Él es
Daniel Domínguez, un periodista con más de 20 años de experiencia en la salmantina
RadioEspacio, seguidor, aficionado y también veterano de la Fórmula Uno y, por último pero no menos importante, director de cine.
Daniel ha dirigido con éxito una película cargada de vivencias y simbolismos, a la que ha bautizado como
Eternidad y Glamour, en la que ha logrado aunar magistralmente un escenario tan emblemático como el Salón Internacional del Automóvil de París con la magia que la ciudad destila por todos sus rincones.
Nuestras periodistas Lucía Semedo y Laura Marcos se han desplazado hasta la casa del director salmantino para charlar sobre su obra.
LM: Buenas tardes, Daniel. Para entrar en materia, ¿cómo nace en ti ese deseo de dedicarte al mundo del cine?
DD: La verdad es que el cine, sin duda, es el séptimo arte: literatura, musica, fotografía... Es soñar. Cuando nos enfrentamos a la gran pantalla la hacemos nuestra. Todos los que hemos hecho periodismo llevamos mucho tiempo escribiendo y haciendo fotos, ya que la imagen es protagonista de los medios...
Resulta que todo esto ayuda a que te puedas defender escribiendo un guión, a que cojas un cámara y que sepas hacer el encuadre y el enfoque correcto. Entonces, yo creo que los que hemos vivido el periodismo nos hemos preparado indirectamente para ser directores de cine. Si uno es buen pintor y entra en una tienda y se hace con un buen lienzo, con una paleta... Lo único que tiene que buscar es la genialidad. Eso es lo que cuesta. Pero el resultado era que uno podía ser, más o menos, pintor. Ser director de cine era prohibitivo: costaba cientos de millones de pesetas. Sin embargo, ahora uno puede comprar una máquina de alta definición HDI, un programa de edición y presentar ese trabajo en el cine, que es lo que yo hice. Cuando hice el trabajo tenía muy claras las ideas.
Yo tuve la suerte de hacer trabajos en televisión con gente que trabaja muy bien y que gustosamente se ofrecieron a darme consejos. Así, haber trabajado en televisión y ver cómo se maneja el mundo de la imagen.
El protagonismo de mi película, Eternidad y Glamour, era el Salón Internacional del Automovil de París, que es el más antiguo del mundo. Era un reto y antes de comenzar a grabar tuve que desplazarme dos veces a la ciudad. La mezcla allí es maravillosa: el presidente de la república, los ingenieros que han participado en el desarrollo de los coches, misses de todo el mundo... Ese Salón era muy glamuroso, pero tenía un tiempo muy limitado que había que controlar muy bien. Ha sido un reto muy grande que he tenido que preparar a conciencia. Luego aparece la improvisación, que es lo que más me gusta: todo es real y todo es improvisado. Hay un París de noche que vivo con intensidad y uno de día durante el Salón. El regalo que me preparó el cine fue que esas partes tuvieran tanto éxito como las del Salón en si. La productora Isopro, además, me dedicó mucho tiempo y cariño y unos profesionales muy cualificados. El resultado final es que todo lo que me divertí valió la pena.
LS: Con un título tan sonoro no podemos evitar preguntarle de dónde viene, de dónde surge la inspiración para un nombre como Eternidad y Glamour.
DD: La verdad es que, por circunstancias, me hospedé en un hotel que daba a un cementero. Me impactó el olor a lejanía y ver entrar a la gente a recordar a sus seres más queridos. Ahí París me regaló una habitación con vistas a la eternidad.
Luego estaba el Salón, rodeado de lujo, de mises, de glamour... Yo creo que el título lo puso sola la película.
LM: Es una película en la que, además, conectas un poco Salamanca y España con Francia y París, ¿cómo lo logras?
DD: La verdad es que la Torre Eiffel era para España, pero como no la quiso, Eiffel se la "endosó" a Francia en la Exposición Universal de 1898, entonces partimos de un elemento carismático porque, ¿qué sería París sin La Torre Eiffel? En España parece que no encajaba ese tipo de monumento y se lo quedaron los franceses.
Luego está el Arco del Triunfo, donde Napoleón reflejó sus victorias. Una de las más sangrientas fue aquí, en Arapiles, además de en ciudades como Ciudad Rodrigo, Alba de Tormes... Allí, en el lugar donde confluyen las doce avenidas más importantes de París están los nombres de Salamanca. Estas son las dos razones, la primera tan unida con España, la segunda con Salamanca.
LS: Tenemos el glamour, la eternidad y París... ¿Cómo daría el propio director la sinopsis?
DD: Es una película en la que el gran atractivo es que todas sus secuencias salen al encuentro. Reflejo un París muy personal, muy mío. Hago lo que me gusta: disfruto el París de día, voy al rastro, a los sitios que más me gusta... Después es la hora del Salón y el convenio que yo hice con las marcas participantes fue que las llevaría a la gran pantalla y ya está, pero después cuando salgo me enfrento a un París nocturno. Ese es el esquema: el Salón como eje central y las vivencias de París de día y de noche a su alrededor. No sé qué pensará Laura, que ha visto la película varias veces...
LM: La verdad, me parece que como tú decías es muy vivencial, mezclando además el glamour con una esencia muy espiritual. Profundizas mucho en aspectos en los que otras personas no se han atrevido, por ejemplo, en la escena del ciprés que sale de la tumba, que es una escena impresionante. Desde este punto de vista, ¿qué es lo más difícil a la hora de rodar este tipo de escenas?
DD: Yo iba a disfrutar, estaba muy cómodo: me gustan los coches, conozco las marcas, hago entrevistas a gente con peso en el automovilismo, pero luego dejo que fluyan mis vivencias, estoy muy despierto. Hay una secuencia en el metro en la que un hombre se pone a cantar, manifestando que echa de menos España, eso te hace pensar en el amor que despierta nuestro país. En el cementerio hay secuencias muy tiernas: la tumba del niño en la que han dejado sus viejos juguetes... La escena del árbol, que sale del medio de la tumba, resulta que yo voy a ver la tumba de Modigliani, pero antes de llegar me encuentro el árbol que sale de en medio de una tumba, sin cruces: solo tumba y, del medio, sale ese árbol. Entonces me pongo a recitar el epitafio de mi padre: "Ni pedestal ni lápida ponedme/ que ahogre mi cuerpo la energía/ para que otro alma ensalzando siga/ la naturaleza que mi Dios/ sobre mi cuerpo ponga encima." Y eso era lo que Dios había puesto sobre ese hombre desconocido. Mi padre escribió ese epitafio para su sepultura y comprobé que se hacía realidad, yo tuve la suerte de que la naturaleza me lo regaló.
Son cosas que, en el inicio, no tenían nada que ver con el proyecto de película, pero que enriquecn el trabajo porque me lo va dando lo que me voy encontrando.
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Daniel Domínguez en la presentación de su película.
Fotografía: RadioEspacio |
LS: Como ya mencionabas al inicio de la entrevista, hace años era muy complicado hacer cine para la gente de a pie. Tú has demostrado que precisamente eso se puede hacer sin una inversión millonaria. ¿Qué recomendaciones harías a otros directores noveles que quieran lanzarse a este mundo del cine?
DD: Pues te diré que basándome por ejemplo en el mundo del automóvil, ha habido anuncios rodados con aviones, reactores, en el desierto... Con modelos carísimos que han valido muchísimo más con películas de altísimo presupuesto. Recuerdo un anuncio que se limitaba a un niño y un adulto en una habitación. Es tan fresco y tan divertido, tan cercano y creativo que resulta que tuvo mucho más éxito, siendo siempre un grandísimo anuncio. Eso es cine en pequeño. Los medios los tenemos: todos podemos tener un lienzo y pintar. Pero Velazquez solo hay uno. Siempre primará el buen hacer, la creatividad y el talento: podemos entrar en una tienda y salir con el equipo puesto. Lo difícil y maravilloso es la creatividad, lo que no se compra.
LS: También es la parte más compleja; ¿de dónde sacas la inspiración para decir: "me marcho a París porque París tiene que ser mi escenario, es lo que yo quiero mostrar"?
DD: Bueno, cuando yo rodé Eternidad y Glamour, visité antes París para rodar el Salón, lo dejé todo preparado para rodar la película entera. Pensé: "tengo dominada la parte compleja, que es la que da el presupuesto." Cuando lo tuve añadí mis vivencias en la ciudad. Era una cosa que se perdía si no le daba esa perspectiva: el antes, el después y el salón en medio.
LM: ¿Cuáles son las satisfacciones más grandes de hacer este cine de autor con tanta calidad humana y personal? ¿Con qué momentos te quedas y qué te ha aportado?
DD: Muchísimo. Primero te invita a hacer otros trabajos tras la buena experiencia. Aquí, cuando la llevé a Topas, fue estupendo conversar con los presos que la vieron. Me hicieron sugerencias y halagos maravillosos que de verdad me llegaron. Hace poco me la pidieron en Zamora también y tenían preparado un escenario bellísimo. Tiene tanto que contar que es muy curioso: es como un libro. Cuando la pones en marcha luego es ella misma la que decide. Te descubre cosas que ni tú mismo sabías que habías creído reflejar. Al final parece que la película cobra vida propia. Va de tu mano y parece que es ella la que habla de ti: yo presumo de película y ella presume de mi. Es algo muy bonito.
LS: Animamos desde aquí a cualquiera que la vea, ya no solo por el magnífico escenario que es París, sino por el orgullo que supone esta pieza para el cine local de Salamanca. No podemo evitar preguntarte, ¿cuáles son tus proyectos futuros?
DD: Pues... Tengo muchas ganas de sacar algún trabajo que tengo ya finalizado. Tengo muchas horas grabadas de la historia de mis vivencias en Cuba. Como soy un bicho que toca donde no le dejan, tengo varios trabajos: un proyecto que engloba varios continentes... Pero bueno, sobre todo el de Cuba donde solo me espera la gran gozada de volver para finalizar el trabajo.
LM: ¿Y cómo animarías a una persona a ver tu película, a lanzarse al mundo del automovilismo, el glamour y la eternidad?
Pues que hay muchísimo cine que ver y que todo que haya hecho un trabajo se merece que vayan a verlo. Será un placer que esta película sea muy vista. Muchísimas gracias a vosotras por esta entrevista, sobre todo en un tema tan recurrente como el cine.
NOTA: Si te ha gustado la entrevista pronto dispondrás del Podcast disponible en esta misma web, en la sección Escucha lo que te contamos.